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Domingo 21 de abril de 2024
Cuarto Domingo de Pascua. Ciclo B
“Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres”,
Sal. 117
Espíritu Santo, que sea dócil a tu presencia.
Espíritu Santo, que busque la paz.
Espíritu Santo, lléname de la alegría del Resucitado
Espíritu Santo, impúlsame a llevar esta Buena Noticia a todos.
Amén.
Jn 10, 11-18

11«Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. 12En cambio, el asalariado, el que no es pastor ni dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y dispersa. 13Como es un asalariado no le importan las ovejas». 14«Yo soy el buen pastor: conozco a mis ovejas y las mías me conocen a mí, 15así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Y yo doy mi vida por las ovejas. 16Tengo además otras ovejas que no son de este corral, a las que también debo guiar: ellas escucharan mi voz y habrá así un solo rebaño con un solo pastor. 17El Padre me ama, porque doy mi vida para recobrarla de nuevo.18Nadie me la quita, sino que yo la doy voluntariamente. Tengo el poder para darla y para recobrarla de nuevo. Este es el mandato que recibí de mi Padre».

Algunas preguntas para una lectura atenta

  1. ¿Qué actitudes diferencian al buen pastor del asalariado?
  2. ¿Qué tipo de vínculo establece el buen pastor con sus ovejas?
  3. ¿Cuántos grupos de ovejas hay y qué busca hacer el buen pastor con ellos?
  4. ¿A quiénes se refiere Jesús con esta comparación del pastor y las ovejas?
  5. ¿Qué relación tiene Jesús con su Padre?
Algunas pistas para comprender el texto:
Mons. Damian Nannini

La doble presentación que Jesús hace de sí mismo diciendo “Yo soy el buen pastor” (Jn 10,11 y 14) permite dividir esta parte del discurso del capítulo 10 de san Juan en dos: vv. 11-13 y vv. 14-18.
Recordemos que la imagen del pastor era común en el antiguo Oriente donde los reyes solían designarse a sí mismos como pastores de sus pueblos. Esto pasaba también a Israel, con la particularidad de que Moisés y David, antes de ser llamados a convertirse en los mayores jefes y guías del pueblo de Dios, habían sido concretamente pastores de rebaños. Más tarde, ante el fracaso de los pastores de Israel, es decir, de los líderes políticos y religiosos, el profeta Ezequiel anuncia que Dios mismo será el Pastor de su pueblo: "Como un pastor vela por su rebaño (...), así velaré yo por mis ovejas. Las reuniré de todos los lugares donde se habían dispersado en día de nubes y brumas" (Ez 34, 12). En el evangelio de Juan vemos que Jesús se presenta a sí mismo como el buen Pastor en quien Dios mismo vela por sus ovejas, reuniendo a los seres humanos y conduciéndolos al verdadero pasto.
En Jn 10,11-13 Jesús expone una primera característica suya como Pastor que lo cualifica como verdadero o auténtico: "El buen pastor da su vida por las ovejas". Esta expresión significa que el pastor auténtico está dispuesto a morir por las ovejas. Esta acción/actitud de Jesús, buen Pastor, se contrapone a continuación con las acciones/actitudes del "asalariado", de quien trabaja sólo por el sueldo; pues mientras el pastor auténtico da su vida por las ovejas porque las considera propias; el asalariado, que no es pastor y a quien no pertenecen las ovejas, ante el peligro las abandona y huye, no se preocupa por ellas.
En 10,14 comienza la segunda parte con una nueva auto presentación de Jesús y con la descripción de la segunda característica propia del pastor auténtico: el conocimiento recíproco entre el pastor y sus ovejas. En el evangelio de Juan el conocimiento es "comunión de vida"; y este conocimiento-comunión que existe entre el buen pastor y sus ovejas se compara con el conocimiento-comunión que existe entre el Padre y el Hijo.
Entre estas dos características distintivas del buen pastor, dar la vida por las ovejas y tener un vínculo de conocimiento-comunión con ellas, hay una estrecha relación. El vínculo de conocimiento genera una "pertenencia" de las ovejas al auténtico pastor, y este conocimiento mutuo o pertenencia es el que motiva su entrega. Es decir, "el buen pastor ofrece la vida por sus ovejas a causa de esta relación profunda, personal, llena de amor. No hace como el mercenario, que no tiene una relación profunda con las ovejas. En efecto, las ovejas no pertenecen al mercenario; sólo ve en ellas el provecho que puede sacarles, y cuando ve venir al lobo, no le hace frente, sino que huye y abandona a las ovejas" (A. Vanhoye).
En el v. 16 Jesús interrumpe el hilo de su discurso para hacer referencia a otras ovejas que no están en el corral, las cuales escucharán su voz y serán conducidas por él, al punto que habrá un solo rebaño y un solo pastor. Con esta frase se hacer alusión a la apertura a los paganos, los no judíos, quienes serán llamados por el mismo Jesús a incorporarse a su rebaño. Aquí tendríamos una tercera característica propia o distintiva del buen pastor, que sería su apertura universal y su búsqueda de la unidad del rebaño bajo un solo pastor.
En Jn 10,17-18 se retoma y desarrolla el tema de la entrega de la vida de Jesús y del amor del Padre a él por este motivo. En particular, se pone de relieve la libertad con que Jesús entrega su vida, insistiendo en que tiene poder para disponer de su vida, para darla y para recuperarla. Y como auténtico pastor, la ofrece por amor al Padre y a los hombres, sus ovejas.
Llamamos a este día "domingo del Buen Pastor" y en él se nos invita a reconocer a Jesús como nuestro Buen Pastor Resucitado, presente en nuestra vida y ejerciendo también hoy su oficio pastoral. ¿Y cómo ejerce Jesús su oficio de pastor? Como lo hizo en su tiempo y tal como nos lo describe el evangelio de hoy: dando su vida por nosotros; invitándonos a una amistad profunda con él y buscando la unidad de todos los hombres. Nuestra mirada debe dirigirse entonces a Jesucristo, quien "ayer, hoy y siempre" es el Pastor verdadero, auténtico, bueno. Y junto a esto recordemos que Dios, con su sabia pedagogía de la encarnación, llama y elige a algunos hombres que, con todas sus cualidades y talentos, pero también con toda su carga de fragilidad propia de lo humano, sean los signos sacramentales de Jesús Buen Pastor. Y lo serán en la medida que vivan las actitudes de Jesús Buen Pastor que nos describe el evangelio de hoy. Lo primero y fundamental en toda vocación es responder a la llamada de amistad que el Señor nos hace y crear un vínculo vital y de comunión con Jesús. Al respecto nos dice el Papa Francisco en su mensaje para la jornada de oración por las vocaciones: “En este año 2024, dedicado precisamente a la oración en preparación al Jubileo, estamos llamados a redescubrir el don inestimable de poder dialogar con el Señor, de corazón a corazón, convirtiéndonos en peregrinos de esperanza, porque «la oración es la primera fuerza de la esperanza. Mientras tú rezas la esperanza crece y avanza. Yo diría que la oración abre la puerta a la esperanza. La esperanza está ahí, pero con mi oración le abro la puerta»”.
También nos recuerda en este mensaje que hemos sido llamados a “ser peregrinos de esperanza y constructores de paz”; lo cual significa fundar la propia existencia en la roca de la resurrección de Cristo, sabiendo que cada compromiso contraído, en la vocación que hemos abrazado y llevamos adelante, no cae en saco roto. A pesar de los fracasos y los contratiempos, el bien que sembramos crece de manera silenciosa y nada puede separarnos de la meta conclusiva, que es el encuentro con Cristo y la alegría de vivir en fraternidad entre nosotros por toda la eternidad. Esta llamada final debemos anticiparla cada día, pues la relación de amor con Dios y con los hermanos y hermanas comienza a realizar desde ahora el proyecto de Dios, el sueño de la unidad, de la paz y de la fraternidad. ¡Que nadie se sienta excluido de esta llamada! Cada uno de nosotros, dentro de las propias posibilidades, en el específico estado de vida puede ser, con la ayuda del Espíritu Santo, sembrador de esperanza y de paz. Por todo esto les digo una vez más, como durante la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa: “Rise up! – ¡Levántense!”. Despertémonos del sueño, salgamos de la indiferencia, abramos las rejas de la prisión en la que tantas veces nos encerramos, para que cada uno de nosotros pueda descubrir la propia vocación en la Iglesia y en el mundo y se convierta en peregrino de esperanza y artífice de paz. Apasionémonos por la vida y comprometámonos en el cuidado amoroso de aquellos que están a nuestro lado y del ambiente donde vivimos”.
Continuamos la meditación con las siguientes preguntas:
  1. ¿Creo con firmeza que Jesús está presente en mi vida y me “pastorea”?
  2. 2. ¿En qué momentos y situaciones lo he experimentado con más fuerza?
  3. ¿Trato de “escuchar”, “discernir” y “vivir” lo que Dios me pide en mi vida concreta?
  4. ¿He descubierto la vocación y misión que Dios me ha encomendado en esta vida?
  5. Rezo para que nunca falten en la Iglesia los buenos pastores a ejemplo de Jesús buen pastor?

Gracias, Buen Pastor, por esta comunión de vida.
Que sepa vivirla contigo y también con mis hermanos.
Hazme ser artesano de comunión.
Aparta de mí el ser asalariado.
Que no huya, que no escape.
Que no busque conveniencias ni ventajas.
Que este amor distinto, tu amor pastoral,
Impregne toda mi vida y yo también la entregue a los demás.
Amén

“Jesús, Buen Pastor, que sepa escuchar Tu Voz y discernir lo que me pides para vivir a Tu modo”.
Durante esta semana me comprometo a compartir un momento fraterno con el sacerdote que pastorea mi comunidad. Si no es posible, le regalo una oración confiada a Jesús, Buen Pastor.

"Si existen buenas ovejas habrá también buenos pastores, pues de entre las buenas ovejas salen buenos pastores",

San Agustín.