11«Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. 12En cambio, el asalariado, el que no es pastor ni dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y dispersa. 13Como es un asalariado no le importan las ovejas». 14«Yo soy el buen pastor: conozco a mis ovejas y las mías me conocen a mí, 15así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Y yo doy mi vida por las ovejas. 16Tengo además otras ovejas que no son de este corral, a las que también debo guiar: ellas escucharan mi voz y habrá así un solo rebaño con un solo pastor. 17El Padre me ama, porque doy mi vida para recobrarla de nuevo.18Nadie me la quita, sino que yo la doy voluntariamente. Tengo el poder para darla y para recobrarla de nuevo. Este es el mandato que recibí de mi Padre».
Llamamos a este día "domingo del Buen Pastor" y en él se nos invita a reconocer a Jesús como nuestro Buen Pastor Resucitado, presente en nuestra vida y ejerciendo también hoy su oficio pastoral. ¿Y cómo ejerce Jesús su oficio de pastor? Como lo hizo en su tiempo y tal como nos lo describe el evangelio de hoy: dando su vida por nosotros; invitándonos a una amistad profunda con él y buscando la unidad de todos los hombres. Nuestra mirada debe dirigirse entonces a Jesucristo, quien "ayer, hoy y siempre" es el Pastor verdadero, auténtico, bueno. Y junto a esto recordemos que Dios, con su sabia pedagogía de la encarnación, llama y elige a algunos hombres que, con todas sus cualidades y talentos, pero también con toda su carga de fragilidad propia de lo humano, sean los signos sacramentales de Jesús Buen Pastor. Y lo serán en la medida que vivan las actitudes de Jesús Buen Pastor que nos describe el evangelio de hoy. Lo primero y fundamental en toda vocación es responder a la llamada de amistad que el Señor nos hace y crear un vínculo vital y de comunión con Jesús. Al respecto nos dice el Papa Francisco en su mensaje para la jornada de oración por las vocaciones: “En este año 2024, dedicado precisamente a la oración en preparación al Jubileo, estamos llamados a redescubrir el don inestimable de poder dialogar con el Señor, de corazón a corazón, convirtiéndonos en peregrinos de esperanza, porque «la oración es la primera fuerza de la esperanza. Mientras tú rezas la esperanza crece y avanza. Yo diría que la oración abre la puerta a la esperanza. La esperanza está ahí, pero con mi oración le abro la puerta»”.
También nos recuerda en este mensaje que hemos sido llamados a “ser peregrinos de esperanza y constructores de paz”; lo cual significa fundar la propia existencia en la roca de la resurrección de Cristo, sabiendo que cada compromiso contraído, en la vocación que hemos abrazado y llevamos adelante, no cae en saco roto. A pesar de los fracasos y los contratiempos, el bien que sembramos crece de manera silenciosa y nada puede separarnos de la meta conclusiva, que es el encuentro con Cristo y la alegría de vivir en fraternidad entre nosotros por toda la eternidad. Esta llamada final debemos anticiparla cada día, pues la relación de amor con Dios y con los hermanos y hermanas comienza a realizar desde ahora el proyecto de Dios, el sueño de la unidad, de la paz y de la fraternidad. ¡Que nadie se sienta excluido de esta llamada! Cada uno de nosotros, dentro de las propias posibilidades, en el específico estado de vida puede ser, con la ayuda del Espíritu Santo, sembrador de esperanza y de paz. Por todo esto les digo una vez más, como durante la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa: “Rise up! – ¡Levántense!”. Despertémonos del sueño, salgamos de la indiferencia, abramos las rejas de la prisión en la que tantas veces nos encerramos, para que cada uno de nosotros pueda descubrir la propia vocación en la Iglesia y en el mundo y se convierta en peregrino de esperanza y artífice de paz. Apasionémonos por la vida y comprometámonos en el cuidado amoroso de aquellos que están a nuestro lado y del ambiente donde vivimos”.
Gracias, Buen Pastor, por esta comunión de vida.
Que sepa vivirla contigo y también con mis hermanos.
Hazme ser artesano de comunión.
Aparta de mí el ser asalariado.
Que no huya, que no escape.
Que no busque conveniencias ni ventajas.
Que este amor distinto, tu amor pastoral,
Impregne toda mi vida y yo también la entregue a los demás.
Amén
"Si existen buenas ovejas habrá también buenos pastores, pues de entre las buenas ovejas salen buenos pastores",